En el camino de la transformación personal, la búsqueda del Ser esencial y auténtico, es importante comenzar reconociendo la identidad «egoica», que define la experiencia de quiénes somos y quiénes son las personas que forman vínculos con nosotros, pues su principal característica es crear una percepción limitada del mundo en que habitamos. Identificar creencias que constituyen una visión nublada de la realidad, significa darse cuenta del aislamiento en el que se vive, observar que nuestras preocupaciones e interpretaciones, suelen casi siempre repetirse en forma de expresiones como: “Siempre me sucede lo mismo”, “Cometí el mismo error”, “Todos son iguales”. ¿Cómo podemos dejar de repetirnos? ¿Cómo dejar de llamar destino, como diría Jung, a las acciones guiadas por nuestro subconsciente? Uno de tantos caminos es hacer consiente lo inconsciente, ubicarnos en el mapa entre los territorios del Ego y el Ser.
La distancia la persona y el Ser, dependerá de cuanta desconexión se ha generado por los mecanismos de defensa desarrollados en la etapa más indefensa de la vida: la infancia. Indagar en la historia personal nos llevará a reconocer qué sucesos fueron piedras angulares en la construcción de la máscara del ego y, nuestra identificación con ella será la explicación, de cómo fuimos conceptualizando la realidad para que pudiéramos adaptarnos al entorno. Tomar conciencia de esto abre la posibilidad de soltar y disolver estas viejas estructuras, salir un poco de la fortaleza que hemos edificado alrededor de nosotros y explorar el mundo desconocido, aunque entregarse a éste sea la parte más complicada del proceso de transformación, lo nuevo es indicio de salud.
Para algunos resultará más difícil desapegarse de lo que define su personalidad, pues genera miedo el salir de una zona limitada, pero de confort. En esta parte del camino se hace indispensable la presencia de la confianza básica, ya que determina qué tanto vivimos en relación al Ser y al Ego. A menos confianza básica será más común identificarnos con el Ego y sus mecanismos de defensa, mientras más confianza básica, será sencillo saltar al abismo, entregarnos al flujo orgánico de la vida con una incuestionable seguridad.
Nuestra propia vida se convierte en un viaje espiritual, en el que sabemos que si paramos de intentarlo, dejamos de esforzarnos, dejamos de aferrarnos, dejamos de apegarnos a las personas, objetos y creencias, las cosas estarán bien e irán de la mejor de las maneras. –A. H. Almaas
La Confianza Básica nos brinda la capacidad de aceptar, al contrario del ego que fue creado con la misión de protegernos de un ambiente inseguro, inestable, carente en el que no existe el sentimiento de salvaguarda sino al contrario la necesidad de sobrevivir a cualquier precio. La Confianza Básica se apoya en la bondad del universo, en cambio el ego, está en diametral oposición a ella junto con el miedo, la paranoia y la creencia en que el universo no te cuidará de modo adecuado; de ahí que las personas más identificadas con él , manifiesten su neurosis en el afán de controlar todas las situaciones posibles.
En aquellos que nunca han perdido la confianza básica existe inocencia. –A. H. Almaas
Luchamos y nos sentimos divididos con nosotros mismos, con los demás y con la vida porque no tenemos confianza, nos sentimos incapaces, carentes, insuficientes y aislados. Una voz interior siempre está criticando lo que hacemos, así sea lo más sencillo. Esa percepción reducida, impide el despliegue natural de nuestra esencia a través de la acción. El viaje es desde la mente preocupada y parlanchina hacia la presencia, hacia ser capaces de no intentar cambiar las cosas, ni manipularlas, ni tirar de ellas, ni empujarlas. Si no poseemos confianza básica, reaccionaremos ante lo que se presente de acuerdo a nuestros mecanismos de siempre.
La Confianza Básica no es condicional, el Ego sí, se parece a la noción de confiar cada mañana que nuestro cuerpo se levantará de la cama sin esfuerzo, caminará cada vez que queramos dirigirnos hacia algún lugar, que si abrimos los ojos veremos lo que tenemos en frente. Después de permitirnos aceptar la vida tal como es la confianza básica nos permite fluir con el proceso de transformación, saber que si hacemos lo que nos corresponde nuestro camino se desenvolverá de la mejor manera posible, podremos estar tranquilos, relajados con lo que venga.
Todo lo que tenemos que hacer es dejar de luchar con nosotros mismo y con la realidad. Cuando se dice que el sufrimiento cesa al alcanzar la realización o la iluminación, ello quiere decir que finaliza la lucha. –A. H. Almaas
Basado en el Libro: El Eneagrama de las Ideas Santas -A. H. Almaas