“¿Podrían escribir algunas reflexiones o anécdotas relacionadas con el CAE?”
Ese mensaje ha llegado en varias ocasiones al WhatsApp de mi grupo Arteterapia 5ª generación. Como muchas veces, mi impulso es decir “¡yo!”, y me detengo. Aprendí en mi clase de escritura con Zulema Moret que hay un hipercrítico en cada uno de nosotros que nos lleva a ser duros con nosotros mismos, a pensar que lo que hacemos no es lo suficientemente bueno. Yo les comparto que esa parte la tengo muy desarrollada, así que estar escribiendo esto el día de hoy y compartirlo es un gran paso. Pararme frente a mi miedo y saltar, dar el paso, caminar…
Quiero contarles mi experiencia al estudiar el Diplomado de Arteterapia: ha sido un camino de conocimiento profundo de mí, de mis emociones, de mi luz y mi sombra; un amplio reconocimiento de que soy un ser completo y no sólo lo lindo, también lo que no lo es tanto; y además he aprendido a dignificar estas dos partes.
Agradezco intensamente este camino. Cada una de las clases es un nuevo descubrimiento, un nuevo conocimiento, el amor y la compasión crecen y la avidez por aprender se incrementa. Mi cuerpo completo está ahí, escuchando con cada célula, y es así porque la arteterapia es un festival: música, teatro, escritura, clown, cuerpo, artes plásticas, foto, video… cada uno de los mediadores con su gran poder para propiciar el autoconocimiento, cada maestro con su gran compromiso, con su técnica, con la compasión por las historias de quienes estamos ahí dispuestos a aprender y a abrirnos a nosotros mismos, y un amor profundo y genuino por el mundo, por el SER.
Mis compañeros, las personas que hoy por hoy me conocen y descubren al tiempo que yo lo hago también. Los miro, los conozco, los entiendo, los tomo con su luz y su sombra, y por supuesto honro su historia y los amo a cada uno por quien son. Su acompañamiento en este camino es muy valioso para mí. Hubo una clase, con Gianni Capitani, que nos llevó al movimiento, energizante primero, después, la calma, el dolor, tirados en el piso sobre un papel, dejando ahí la marca de nuestro movimiento y nuestra emoción; después, las pinturas y los pinceles… la magia. Finalicé el trabajo y entonces parada contemplando lo mío, lo de ellos, a mí y a ellos, lo que SOMOS, conmovida hasta el llanto y con la alegría del aquí y el ahora. Conmovida hasta el llanto… He llegado a sentir lo que es el amor profundo, el amor a lo que es, sin necesidad de pensar, sólo palpitando en el espacio, entre todos, en el aire, en este hermoso espacio que es el CAE…
Y así como éstas, tengo muchas experiencias que contar… pero por otro lado me gustaría compartir también que cada uno de los módulos cursados me presentan mucha información que me capacita para mi trabajo profesional. Este diplomado ha sido un complemento que enriquece mi trabajo y mi entendimiento como profesionista. Ahora miro al otro, o intento hacerlo, sólo como un ser en la búsqueda; un ser completo que, muchas veces no se conoce y el arte es el medio para acompañarlo a descubrir a dónde se quiere dirigir. El arte como mediador, no soy yo, es cada quien con la posibilidad de acompañarse y descubrirse, y yo acompañando…
Es tal vez un texto corto. Es mucho lo que tengo que decir, pero por hoy lo dejare acá. Espero haber compartido por lo menos un poco de lo mucho que estar estudiando en CAE ha significado para mí.
Por: Tania Casas