“Bienaventurados los fracturados, porque dejan pasar la luz»
Alain Vigneau
En mi recorrido dentro de la formación como arteterapeuta, recuerdo mucho que los profesores hablaban de la sombra y el trabajo con ella. Pero… ¿Qué representa esa sombra? Sin duda alguna, el trabajo con ella puede interpretarse como ese lado oscuro que nos persigue, el típico cliché del monstruo que corre atrás de ti en un sueño, y que cuando despiertas, se vuelve toda una pesadilla de esas que vas a contarle a tu psicólogo o terapeuta para que descifre el mensaje oculto.
Con el tiempo, me he percatado de que esa sombra, existe en diferentes formas, se manifiesta de muchas maneras y está presente en diversas etapas de la vida. No obstante, para algunos, se vuelve una carga, una especie de herropea, como esas bolas de hierro en un prisionero que no le permiten avanzar, y… ¿Cómo deshacerse de esa herropea? Yo me di cuenta de una cosa muy importante que transformó mi vida, sin lugar a duda, y es agradecer la existencia de la sombra. Sí, así como lo lees, dar las gracias, porque el momento preciso donde reconoces la sombra, eres entonces capaz de identificar el origen de la luz que te permite ver tu brillo interno.
En el diplomado de Arteterapia, recuerdo un ejercicio de plásticas, donde yo elaboré un figurín de barro abrazando su corazón, y detrás de él había una sombra. A modo de acto psicomágico, hice una pequeña modificación de la posición y el ángulo en el que estaba colocado mi figurín, y entonces, lo coloqué de frente a su sombra. En ese momento, me di cuenta de que ese corazón, que mi figurín sentadito abrazaba en una posición de meditación, era su sombra. Y que cuando la abrazaba, la podía ver de frente y nombrarla. Un familiar muy querido, me dijo alguna vez que, si lo nombras, lo domas en ese momento. Reconocí el gran miedo que sentía a la soledad y al abandono, y cuando pude nombrar mis miedos, entonces ya había un inicio para abrazar mi sombra.
Para cada ser humano, el proceso de mirar a la sombra es muy diferente, depende de diversos aspectos: del tipo de temperamento o personalidad, de las relaciones interpersonales, de la imagen que deseamos proyectar al mundo, etc. No obstante, dejaré aquí un listado de pequeños ejercicios que me han ayudado a contactar con mi sombra y a poder nombrarla.
Ésta breve trilogía de ejercicios puede servir poco a poco para comenzar a nombrar la sombra, acompañados de respiraciones abdominales ayudan mucho a identificar lo que sentimos. Solamente se trata de un poquito de paciencia y de darnos el regalo de estar presentes para nosotros. Ser compasivos y recordar que todo lo que hacemos es con las herramientas y de acuerdo con las posibilidades del momento presente, gracias a ello, somos quienes somos el día de hoy. Con ello, podemos ver a nuestra sombra de frente para darle las gracias por mostrarnos el origen de nuestra propia luz.
Por: Mónica Rodríguez Cortés