“Te devuelvo el permiso de volver a sentir…” Fueron las palabras que una voz paterna le dijo a mi niño interior.
Solemos pensar que conforme crecemos vamos mudando de piel, de la niñez a la adolescencia y luego las etapas de la adultez. Nada más lejos de la verdad. Cada etapa de nuestro ser es más bien como ramas de un mismo árbol que crecen con el tiempo y van dando dulces frutos.
Nos movemos con las estaciones.
Este árbol que nos representa, soporta siniestras tempestades y también goza de brisas frescas, una de ellas para mí ha sido el espacio de clown esencial.
Solía sentir que las ramas de mi árbol se habían alejado grandes distancias, los frutos habían caído ya y solo quedaba aferrarme a las hojas en espera y un secreto deseo de que el viento me desprendiera junto a ellas. Afortunadamente este fin de semana la revelación fue tan clara. Yo no colgaba de aquellas hojas, todo el tiempo fui el mismo árbol con sus ramas y raíces, ahora sé que tengo acceso desde dentro a todas mis facetas, particularmente la infancia. La descubrí fuente infinita de sabiduría y entusiasmo por excelencia.
Agradezco al maestro Alain por empujarme al vacío para después saltar el mismo y mostrarme el camino de regreso, del renacer.
Para cualquiera que lea esto sepa que en el CAE encontrará un hogar único donde entre sus paredes y columnas es tan fácil mezclar los sueños y la realidad…
Por Javier Moreno