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Claudio Naranjo llamó SAT a su programa de Desarrollo Personal, que significa Seekers After Truth, Buscadores de la Verdad. Como dije anteriormente, era un buscador de la verdad y por su propia experiencia, nos ofrece este programa que actualmente es de 10 días de retiro. Hay diferentes pasos o escalones que los fue llamando por números, SAT 1, SAT 2, hasta SAT 5. En estos programas hay talleres de teatro, o de clown, o de movimiento, eneagrama, y en todos los que yo participé tuvimos la presencia de Claudio.
Alain inicia los programas SAT con Claudio en el año 2005, dice que Claudio lo salvó. Y luego lo invita a participar como maestro. Así inicia un trabajo profundamente amoroso, donde se celebra el fracaso como parte de la experiencia, donde este trabajo pilla al ego desprevenido. El problema no es el ego, sino la identificación con el mismo, creer que somos eso. Y dice Alain que nos hace daño no tanto el fracaso, sino intentar que no se nos vea; mostrar un personaje al mundo, a la familia, que triunfa, que le va bien… es muy cansado. En el taller de Clown sentimos que inclusive fracasando podemos pertenecer al mundo. Dignificamos el fracaso, hablamos de ello. Incluir esta parte nos hace seres mucho más completos.
Con la guía de Claudio, en la escuela que deja a sus maestros, celebramos la grandeza de estar vivos, celebramos lo que somos, TODO lo que somos. Claudio no se asustaba del caos, tenía confianza que las personas van a encontrar su propio camino. Nos decía que no hay que preocuparse de la creatividad, sino estar en la vida misma que es creativa por esencia.
Siendo Claudio un estudioso, un intelectual, invita a Alain a documentar su trabajo y así nace Clown Esencial, el libro que nos acompaña con sus sabias palabras. Es difícil ser muy bueno en lo que haces y además escribirlo, contarlo. Pareciera que Alain recibió la inspiración de Claudio ya que hace las dos cosas maravillosamente bien.
Sentimos la partida de Claudio Naranjo, pero damos gracias por tantos años de estudio, de trabajo, de compartir, de escritura, de tener esa visión tan certera de poder ver cualidades en otros maestros y de haber dejado el camino abierto en las manos de ellos. Claudio era un amante de la música, tocaba el piano, meditábamos con el Bolero de Ravel, nos ponía los aciertos casi celestiales de Brahms, de Beethoven; fue educado en un ambiente de elevado nivel musical, artístico e intelectual, hasta su nombre lo lleva por el pianista Claudio Arrau. Dice Alain que aprendía más escuchando música junto a Claudio que en sus libros, esos eran momentos de elevación, de paz, de gozo.
Estamos muy agradecidos con todo el caminar de Claudio, con lo que deja, tenemos mucho trabajo que hacer, nos dijo cómo. Pero, más que nada, estamos agradecidos porque ese camino nos ayuda a verlo Alain Vigneau, de una manera amorosa, celebrando nuestra persona con todo lo que somos, con nuestros aciertos y nuestras imperfecciones.
“Bienaventurados los que se ríen de sí mismos porque nunca se les va a acabar el material“.
Por Pamela Walls. Septiembre 2019