Quiero agradecer todo lo que he recibido, lo que he vivido y lo que ahora vivo gracias al CAE. Me siento feliz de muchas maneras y es gracias a todo lo que el CAE me da. Y digo me da porque aún estoy recibiendo.
Es difícil reconocer que soy yo quien se sabotea, y que las elecciones que vivo yo las tomé. Al mismo tiempo, es fortificante hoy reconocerme y aceptarme en ésta, mi sombra. Y, claro, también saber que soy luz. Esto hoy lo sé gracias al trabajo en el CAE.
Cada catarsis estuvo custodiada de un acompañante dispuesto a estar para mí. Agradezco a cada facilitador, a cada tutor, a cada uno/a de mis compañeros/as y en especial a ti Lupe Maurer por darme esta oportunidad.
Debo compartirte que muchas veces me sentí inmerecedora de estar en el CAE y dudé mucho para asistir a los últimos módulos. Sobre todo al cierre, pero recordé que esto es parte del proceso de amarme y aceptarme. Sólo puedo decir gracias desde el fondo de: mi Ser, mi cuerpo y mi mente quienes hoy sienten, accionan y aprendieron a decir “Gracias”.
A este, mi viaje y tránsito por el CAE el lugar mágico donde habita la conciencia y el amor verdadero. Nunca me cansaré de hablar del CAE de recomendarlo, de exteriorizar la magia que de aquí brota, de decir que es un lugar invaluable donde se encuentra con el ser y se ama, se acepta y se vivencia, sin juicio, sin culpa, sin máscara. Aquí eres, o en mi caso, SOY y me amo pues el CAE abrió mis ojos, mi corazón y me dio la esperanza de vivir, ViViR y agradecer.
Columba Donají Quiñonez