“En la época de Zaratustra, el arte se convierte ya en un modelo para articular la idea de voluntad de poder. ¿Por qué? Porque en el arte perviven los residuos de aquel dionisismo que determinó la cultura del pueblo griego y porque el arte es una horma de la libertad de espíritu. A partir de Zaratustra los caracteres atribuidos al arte se convierten en un modelo para describir la voluntad de poder. Es en el arte que sobrevive el espíritu de Dionisio y el espíritu libre. […] Los distintos modos de experiencia artística, como por ejemplo la danza, el juego o la actitud cómica de la risa, encontraban su verdadera explicación en la idea de fuerza y poder que se encuentra detrás de dichas manifestaciones.”
Santiago Guervós, El arte como voluntad de poder
Es interesante lo que ha suscitado la serie del Juego del Calamar, sin embargo yo considero que no es del todo adecuado la aplicación palabra “juego” para describir lo que viven los personajes dentro de ese esquema. Bataille consideraba que las competencias, espectáculos, festivales y juegos tenían la función social de ser espacios para disipar la energía mediante una descarga de fuerza acumulada. El hecho de que estas prácticas culminen en un estado de celebración, nos hace contactar con una fuerza y poder intrínsecos a lo vital, en nosotros y en la vida. Según Santiago Guervós, la voluntad de poder nietzscheana se interpreta y reconoce en los estados estéticos y en la creación artística, así como también en el juego, pues favorece la autosuperación y sublimación de nuestros estados “normales”, ordinarios. Esta superación no tiene nada que ver a la que se presenta en la serie, que en esa específica situación de límite en la que se encuentran los personajes es la única opción para escapar de un estado de decadencia y sometimiento económico a través de la deuda. En este caso, la carrera o competencia a la que son sometidos responden a mecanismos de un sistema social que va en contra de los procesos creativos orgánicos, una autosuperación que a su paso aniquila o bien depreda.
“La vida creativa posee una tendencia ascendente, crea productos de poder, pero no se detiene jamás en esa tarea. Su objetivo es crecer y crecer, sin detenerse en una posición de poder, sino que siempre es voluntad de sobre potenciación.”
Guervós
Con la frase anterior es posible pensar en cómo funcionan las plantas, y en el caso del juego, en los niños. Diría Nietzsche que el juego es la primera forma en la que se puede concebir y experimentar el poder, sin estar determinado y limitado por ideas sobre lo útil, la necesidad, las normas de la razón, el sentimiento del deber. El juego dionisiaco en el que no hay un objetivo, una finalidad o una meta, entrar en el flujo del devenir es estar efectivamente dentro de la realidad del juego, infinitas posibilidades de encauzar esa fuerza creativa y lúdica, de experimentar la fuerza y el poder de lo vital, en este caso el “juego así jugado”, tiene como consecuencia la transformación constante de la realidad.
“Por eso el término apropiado para hablar de voluntad de poder es el de «juego», en cuyo médium se despliega en un ir y venir inscesante, sin sentido ni intención, «más allá del bien y del mal», con movimientos que proceden de sí misma y que se producen espontáneamente. Y también por ello, esta voluntad no termina en un resultado, sino que se renueva siempre una y otra vez mediante una incesante repetición. Nietzsche ve claramente que el juego tiene para la realidad una importancia constitutiva, que el mundo en el que vivimos lo produce, a pesar de toda su apariencia, y que no hay ningún otro mundo fuera de nuestro presente, que lo crea. En este sentido, el mundo acontece según el modo de ser del juego y puede ser concebido como una autorrepresentación incesante de la voluntad de poder. Por lo tanto, no se puede decir que tenga su origen en una necesidad o carencia, sino que se origina por la plenitud de fuerza y como una consecuencia de la sobreabundancia que se desborda por un movimiento impulsivo, mediante el que se expresa el instinto fundamental de la vida.”
Podríamos decir entonces, que la forma en que jugamos, es la forma en la que el mundo acontece para nosotros. Por ello es importante, desde el punto de vista del arte aplicado al autoconocimiento, como en la Arteterapia, tener una mirada crítica sobre el mainstream de entretenimiento, con respecto a qué juegos nos son propuestos o bien, reflejados para tomar conciencia de la configuración social. Estaría bueno pensar si al ver El Juego del Calamar, no estamos recreando la escena, de manera simbólica, de quienes acudían al circo romano a ver a los gladiadores competir, jugar por su vida y eso era llamado entretenimiento. Esta crítica puede facilitarnos el identificar dinámicas, espacios y estructuras en las que un juego libre y un flujo de la voluntad de poder conectada con lo vital, son más bien coartados, y poder así buscar aquellas propuestas en las que el arte, el juego, el circo, e incluso la competición están al servicio de contactar con el poder y la fuerza que nos llevan a la expansión de nuestras capacidades.
Mariana Salgado