Una silueta peluda asomaba en la ventana, un día soleado también aparecía. No es precisamente el más bello personaje que ha creado, más bien, es uno de tantos que se ha inventado.
El fondo toca continuamente la yema de sus dedos, y entre grandes y hermosos cardos, salta graciosamente. Increíblemente, el monstruo peludo aprendió a sacar cuidadosamente los espinos enterrados tras la osada travesía que al atardecer realiza.
Un campo inmenso luce frente a él por las mañanas, al otro lado, el hermoso manantial de aguas cristalinas, y verdes pastos pigmentan la colina. Insectos sobrevuelan los colores de las flores y el viento mece los olores. ¡Nitidez en los sentidos!
Había decidido ya, quedarse en su cabaña. Sobre todo, en primavera cuando su peluda estampa es más delgada para soportar las embestidas de los cardos. Sin embargo, hoy despertose en ansias y el primer deseo, estar en la colina.
Indeciso camina por la sala mientras sujeta su cabeza, atiborrado de recuerdos mágicos y sudoración muerde sus anchos dedos, mira por la ventana y aunque los colores son hermosos, el dolor que supone cruzar el campo agh, le estremece.
Tras minutos de susurros sugerentes, comienza a caer el sol y lentamente encamina sus patas esponjosas hacia las amaderadas escaleras, baja el primer escalón sabiendo que no hay marcha atrás. Recoge un poco de su piel poniendo como escudo sus cicatrices -no puede doler más de lo que ha dolido- y apresura el paso.
Viento, frescura, color y libertad, ¡ha llegado! Sumerge su pelosidad en el agua, juega un poco con los peces. Pareciera que es un rey y el reflejo de la luz lunar sobre el manantial le recuerda que es un monstruo, se sorprende. Ofuscado enjuaga su cara, parece que este viaje le cambió la percepción.
No tiene cetro, ni capa, ni corona, ni reino; no puede ser un rey, pero tampoco monstruo porque no asusta, no come niños, no miente, no roba, no mata. ¿Será acaso el rey de los monstruos, o el monstruo rey, o el monstruo que se comió al rey, o el rey que mató al monstruo, o un monstruo sin rey, o un rey sin monstruo? ¡Vaya dilema causado por su reflejo!
En la cercanía una rana le observa fijamente, cruzan las miradas y con voz suave le susurra «no soy un monstruo». Es lo que decimos todos los monstruos…
“La proyección es una maniobra de investir cosas externas de asuntos internos.”
Fritz Perls
“Mientras más totalmente me pierdo a mí mismo en el objeto, más profundo es mi encuentro conmigo mismo al final.”
John B. Enright
La creación es en sí una proyección, pues a través de ella es posible materializar parte del mundo interior. Fragmentos de eso que se es y no se permite se muestran en un personaje, un texto, una pintura, una escultura, una instalación, un movimiento.
Y tú, ¿ya tienes tu monstruo?
Ven y descúbrelo.
Por Isis Guadarrama Mrtz