El CAE fue el primer lugar en mi vida donde no importaba mi título de licenciatura, si manejo dos o más idiomas, o cualquiera de esas cosas que te etiquetan como “gente importante”. Por primera vez fui vista por quien soy por dentro.
Llegué con una rigidez brutal. No digo que ya no sea rígida, pero si me comparo, soy 100 veces menos rígida del día en que llegué al día de hoy, casi 11 años después. Y una de las enseñanzas más grandes la aprendí de mis maestros Néstor, Alain y Guadalupe: si te equivocas, hazlo evidente y ríete, no te detengas a juzgarte.
En la escuela y en los trabajos te enseñan que el error es imperdonable, te castigan con una mala calificación o te descuentan dinero de la quincena. Vas creciendo, tratando de ocultar tus errores (como si nadie más los viera, jaja), juzgándote y sintiéndote tonto si alguien más se da cuenta de que te equivocaste. Para mí era muy importante hacerle ver su error al de enfrente porque eso me hacía sentir “jaja yo no fui”, eso me proveía de descanso y un dejo de superioridad.
La vida se encarga de ponerte en tu lugar, pero aún así puedes seguir siendo necio o entender la lección. Yo decidí empezar a entender la lección, volviéndome más compasiva, empezando conmigo misma, dándome permiso de fallar y, sobre todo, teniendo la humildad de pedir perdón sepa o no sepa cuál fue mi falla porque al final, tener la razón no es lo más importante. No herir ni herirte, sí es lo más importante. Automáticamente eso me hace más compasiva con las demás personas, porque todos tenemos una batalla que librar.
Si hoy la vida me pidiera un currículum, le diría algo así como:
Terapia informal a los 15 años
Terapia formal a partir de los 19 años
8 años de psicoanálisis
Constelaciones familiares
Y si de verdad quisiera que me dieran “el trabajo”, diría algo así como:
6 módulos del Camino del Clown / Clown Esencial
4 años como Clown de Hospital
4 módulos de Teatro Libre
Eneagrama
Y, la verdad, es que me quedaría corta porque perdí la cuenta…
Pero aún así, nada de esto sirve si no se aplica. Así es que en la entrevista, le diría a la vida:
En el CAE entendí que antes de ver y culpar al exterior, tengo que verme a mí primero, que si quiero que el otro me valore es porque yo no me estoy valorando primero. Entendí que lo que el otro hace viene de su herida interna, no lo hace a propósito, no lo hace para ofenderme, no es personal.
Entendí que lo que das te lo das. Que sí das para recibir, la satisfacción de dar es algo que recibes a cambio.
Entendí que no hay graduación, que la vida es una espiral, que puedes ir sanando heridas pero que un día de la nada se vuelven a abrir y ese día hay que volver a ser compasiva, tratar a la herida con amor y continuar este proceso de sanación del alma que nunca termina.
Aprendí que respirar es lo que menos hacemos aunque lo estemos haciendo siempre.
Aprendí que no dejo de aprender de mí, aunque a veces me canse. Porque yo elegí el camino de buscar, y buscando quizá pueda ayudar a mi linaje a sanar, y sólo quizá pueda eliminar algunos patrones que se repitan en las siguientes generaciones, así es que habrá valido la pena mi currículum, mi trabajo de vida, el recorrer de este camino y podré romper mi título de licenciatura.
Por: Emmanuelle Fuentes