Durante una sesión de Arteterapia en el CAE, Lupe decía que
«no es lo mismo hablar de la experiencia sin tener la experiencia, que vivir la experiencia, sentir y hablar desde la experiencia»
En el 2018 y parte del 2019 presenté en mi piel pigmentación negra en dedos de las manos y de los pies, así como también parte de la cabeza y el cuello. Empecé a tener un tono amarillento en mis ojos, acudí al médico y me diagnosticaron varias cosas: cáncer de hígado, cáncer de estómago, leucemia y enfermedad de Adison, las cuales yo negué todo el tiempo. Era una situación confusa pues no había una seguridad de qué tenía. Por ese tiempo yo ya estaba asistiendo al CAE aquí en Puebla. He sido una persona con sobrepeso los últimos 10 años desde que tengo declarado hipotiroidismo, había sido difícil el control de peso y aceptar que ya sería así. Había una aparente alegría, pero al mismo tiempo una tristeza por no saber qué es lo que ocurría en mi cuerpo.
En el módulo de Cuerpo I del CAE, nuestro facilitador Charlie Keck dio una clase de aprender a tener una relación con nuestro cuerpo, de escucharlo de hacernos uno con él, de realmente vivir y habitarlo. Recuerdo que yo no había pasado por esto en mi vida jamás, no me había detenido a escuchar mi cuerpo. Durante una de las dinámicas que tuvimos en esa clase, Charlie habló de lo que era expresarse con el cuerpo y decir lo que sentíamos con el cuerpo sin expresar una sola palabra, todo era a partir del movimiento, de lo que el cuerpo sentía, decía, pensaba, todo lo que él emanaba y fue justo en esta clase en esta sesión que yo empecé a hablar con el cuerpo. CON MI CUERPO.
Sí, aquí manifesté durante una expresión corporal todo lo que mi cuerpo había callado, sólo con movimiento, con respiraciones, con correr, con bailar, con brincar dije todo lo que no había dicho. Sentí como mi estomago se contraía, mi pecho se liberaba y salía hacia el frente, como mi columna se desjorobaba y mis piernas sentían libertad. Mis ojos miraban con agradecimiento. Miré mis manos y mis pies, y agradecí que fueran parte de mí, que fueran mías y las amé. Amé mi cuerpo y que lo pudiera habitar. Solté la enfermedad, cualquiera que fuera, y lloré, y reí, y viví… ¡y viví! Fue mágico porque justo en este momento sentí una gran paz y un agradecimiento sublime. Me sentí realmente escuchada. Al final le quería decir en una sola palabra, lo que sentía y sólo le dije a mi CUERPO: «Gracias».
A partir de ese momento mi vida cambió. Tuve una crisis curativa, si así lo puedo llamar. Es justo cuando el cuerpo, en esta gran oportunidad que tiene de curarse, llega a tocar el fondo para después salir avante. Yo estaba recuperándome. Fue ahí cuando la vida y mi trabajo en el CAE me regresaron la salud. Así como vino esta enfermedad que nunca nadie supo qué fue, y que así como vino desapareció.
Justo en un módulo de cuerpo donde solté el miedo la vergüenza y el apego, obtuve la libertad de vivir. Poco a poco fui recuperando el color habitual y fui recuperando el peso, y fui recuperando la vida que tenía. «Requerí vivir la experiencia» para hablar desde la experiencia en un módulo de cuerpo, para así entender y saber qué es «habitar el Cuerpo”.
Gracias CAE por regalarme la salud mental y física
Gracias por devolverme mi espíritu.
Gracias por regresarme a mi cuerpo.
Por: Columba Donaji Manzano