Es difícil encontrar personas y lugares en donde puedes mostrar vulnerabilidad, en donde las sombras se sienten seguras, la vergüenza se toma un descanso y la torpeza se viste con sonrisas.
“Lo que intentan esconder se les ve a tres kilómetros”, una frase que me causó gracia y que a la vez me permitió dejar que la vergüenza y la seriedad se hicieran a un lado para abrirle paso a la creatividad, a la alegría y a los sueños.
Eso es Clown Esencial el permiso para permitirnos ser y cuando uno se concede dicho permiso el corazón deja que aflore el contento y también, algunas (o muchas) lágrimas, esas que sanan y alivian la pesadez de las sombras que un día decidimos ocultar por temor a ser rechazados.
De la mano de Alain y cubierta tras una pequeña nariz roja nuestro niño o niña interior resurge para ayudarnos a recobrar fuerza y vitalidad permitiéndonos fluir nuevamente con la vida que, aunque a veces duela y muchas veces sea confusa merece la pena ser transitada.
El camino del autoconocimiento tiene un principio, pero no un fin, así que espero poder volver al CAE para seguir descubriéndome a través de la magia que nos brinda el clown.
Por Cristina Logacho