Era el módulo 2 de Teatro Gestalt en el CAE. Nos habían pedido que aprendiéramos unas poesías. De inmediato al saber que debía hacer esa tarea, entré en profunda resistencia; recordé la primaria, cuando había semana de oratoria y semana de poesía, cada alumno debía memorizar algo y presentarlo frente al grupo. Los mejores iban a la final entre grupos y a la final, final de toda la escuela. No fue una vez, fue lo más frecuente en mi historia infantil, que pasé a decir mi poesía o mi discurso y estaba en blanco, en silencio, en shock frente mis compañeros siempre dispuestos a burlarse.
Para el módulo aprendí una corta y hermosa poesía de Valente que decía: “Mientras pueda decir, no moriré…”. Pero haber aprendido algo de tarea no me calmaba “¿Me congelaré frente al grupo de nuevo?”
No fue así, el teatro me llevó a una experiencia totalmente distinta y memorable. No por traumática sino, casi religiosa.
Invocamos a Dionisio, dios del teatro. Hicimos ejercicios grupales con máscara neutra, a coro dijimos las poesías, grité ¡Mientras pueda decir, no moriré! Entramos el grupo y yo a un círculo creativo mágico, bendecido por la historia del teatro. Adentro del círculo hubo danza, actuación, poesía, locura de la que cura… y siendo testigo y partícipe de esa magia teatral, se abrió ante mí un portal; pude ver grupos de actores y actrices bohemios, medievales y clásicos con toda claridad en mi mente como una visión, como una revelación, como una iniciación a una comunidad de devotos de la vida.
Miraba aquello y pensaba ¿Cuándo y en qué escenario de algún lugar del mundo puedo tener algo mejor que la mística experiencia de hacer magia teatral con un grupo de locos buscadores entregados a su creación? No encontré respuesta. Pude ver en un instante que la vida me estaba regalado algo hermoso y puede ver que la vida me había regalado antes, otros muchos momentos hermosos, de amor, de familia, de amistad, de arte, de luz, de profundidad, de encuentro y de gracia.
Lo supe ahí y aunque a veces lo olvido, la vida y mi búsqueda me han dado una existencia más que suficientemente buena.
Carlos Ávila Pizzuto – Generación 1 de Teatro Gestalt