Cuando comencé mis estudios en Teatro Gestalt, me imaginaba a grandes rasgos lo que trabajaría: El teatro como un recurso terapéutico. No obstante, al comenzar mi formación, me fui dando cuenta, cada vez más y más, de que ese recurso estaba primero al servicio de mi carácter y de develar los mecanismos de defensa que desarrollé a lo largo de mi vida ante mis más grandes temores.
Uno de los módulos que más me han marcado, ha sido el impartido por Catalina Lladó. Los primeros módulos de la formación, escuchaba por los pasillos algunos comentarios sobre el trabajo de Catalina con el Teatro en el programa SAT del Dr. Claudio Naranjo (maestro de camino y de vida de mis maestros y a quien admiro por su enorme tenacidad en busca de un camino para el autoconocimiento transformador desde el Eneagrama). Mis compañeros hablaban de cómo Catalina con el teatro podía guiar procesos de autoconocimiento de una forma muy impactante y profunda. También escuché que era una persona muy fuerte y directa, que podía intimidar fácilmente a las personas. Y cada vez que escuchaba su nombre, me habitaba una sensación de emoción e incertidumbre, deseando y anhelando conocerla pronto.
Cuando llegó el día del módulo con ella, me llevé una gran sorpresa: El trabajo de Catalina desde el percibir el cuerpo, conectar con visualizaciones, darle voz, darle un gesto, una forma y mover al personaje desde las heridas más profundas, fue como poder ver mi máscara y cómo ella me habla diariamente, y cómo no la solía escuchar.
Trabajar desde el personaje, me ha ayudado a tomar distancia de las cosas que se han vuelto tan cotidianas y rutinarias, que he normalizado mis mecanismos de defensa como algo natural, cuando en realidad ha sido mi personalidad la que me ha alejado de mi verdadera esencia.
Con Catalina comprendí la importancia de ver el personaje con el que me presento, y decidir si seguirá presente en mi vida o si comenzaré a conectar de una forma más auténtica y honesta con mi vulnerabilidad presentándome como un ser humano.
Posteriormente, realicé el programa SAT, y tuve la fortuna de encontrar nuevamente a Catalina en mi camino, dando un segundo paso y viendo con amor y compasión a mi niña herida y dándole oportunidad de reivindicarse desde el teatro, denunciar públicamente los dolores más profundos, y mostrar su lado amoroso.
El Teatro Gestalt, me ha abierto un mundo de posibilidades, de poder observar realmente los personajes que he creado y cuál es la verdadera esencia, y sobre todo, la posibilidad de hacer una toma de conciencia y decidir la forma en la que veré la vida. Y como diría Claudio Naranjo «Descubre quién eres, pero no te aferres a ninguna definición. Muta las veces que sea necesario para vivir en la totalidad de tu ser».
Por Mónica Rodríguez Cortés