«Ama el arte que hay en ti, y no a ti mismo en el arte», solía decir Konstantin Stanislavski, uno de los pioneros en el realismo teatral y sin duda alguna, uno de los mejores directores teatrales y formadores de la historia. Stanislavski solía decirles a sus actores que antes de representar el rol del personaje, necesitaban conocerse a sí mismos, y reconocer que lo más importante no es la máscara con la que ven el mundo, sino el estar presentes en su aquí y ahora, darse cuenta de que el arte se puede encarnar a través del actor como un medio expresivo a través de los cinco sentidos y el contacto con las emociones.
Mi primera carrera fue en Arte Dramático y honestamente, antes de estudiar el Posgrado en Teatro Gestalt, estuve alejada del arte teatral. No obstante, 6 años después de mi receso artístico, comprendí finalmente la sabia frase de Stanislavski: Amar el arte que hay en mí, pero… ¿Qué significa amar el arte que hay en mí y en cada uno de nosotros y nosotras? En el primer módulo de Teatro Gestalt, impartido por Néstor Muzo, a quien admiro por su gran sensibilidad y la magia que genera en todos sus alumnos, logré comprender mejor el amarme en el arte, el arte de mirarme desde la representación.
En el Teatro Gestalt, es ocupar el teatro al servicio de la humanidad. En mi caso, lo veo plasmado en ese desdoblamiento del yo, que me ha invitado a ver el yo de antes y el yo del presente. Logré identificar los mecanismos de defensa que generan esa máscara con la que filtro mi realidad. Logré darme cuenta de cuál fue la llamada para mi despertar desde compartir mi historia de vida con el grupo. Llegó la crisis y el teatro me abrió la posibilidad de la transformación desde un distanciamiento o extrañamiento, así como lo planteaba Bertolt Brecht con su propuesta de teatro político, viendo las cosas desde mi presente, al nivel de las sensaciones físicas que experimentaba mi cuerpo.
Irónicamente, el teatro nos muestra eso que muchas veces nos negamos a ver. Experimentar la vulnerabilidad de mostrarme tal y como soy me hizo darme cuenta, de que me va bien quitarme la máscara del personaje que asumí representar en mi vida. A partir de este primer módulo, decidí tomar el teatro nuevamente como elemento fundamental para mi desarrollo personal y usarlo al servicio de mi rol como arteterapeuta gestáltica. Mirar la manera en la que interpreto la realidad, y darme cuenta de las historias que me he contado por tanto tiempo. El teatro, devela la esencia de los seres humanos, estando frente a un escenario y en grupo, se vuelve más evidente cada aspecto que muchas veces no queremos mostrar. En mi caso, decido dejar de prestar atención a la mirada del espectador, y abro la posibilidad de mirarme, y … que el ojo que me vea sea el mío. Hoy, conecto con mi vulnerabilidad desde el amor, el amor que le tengo al arte que hay en mí, amándome a mí misma en la vida.
Por: Mónica Andrea Rodríguez Cortés