Me he encontrado un librito precioso, disfrutable, que me ha dado, además de placer, ligeros toques de sabiduría para la meditación. Se llama Biografía del Silencio. Trato de leer todos los domingos, o por lo menos ojear, la revista El País Semanal, del periódico español El País. Generalmente encuentro algún artículo de interés y muy bien escrito, ya que son muy cuidadosos de su estilo, y también por ahí conozco a alguna persona de la cual nunca había escuchado, y leo sobre su obra, en entrevistas muy bien hechas.
Les quiero contar de uno de ellos: Pablo d’Ors.
Le hicieron una entrevista sobre meditación, muy interesante, y resulta que es cura católico. Me llamó la atención, y compré su librito que ahí venía recomendado. Lo he disfrutado mucho, lo he leído despacito, lo he subrayado, lo releo, y cada vez encuentro alguna luz para mi vida y para mi práctica de meditación.
Además de otras cosas, esta pandemia me ha ayudado a tener constancia en mi meditación diaria, sólo eso. No lo hago muy bien, pero por lo menos lo hago diario. Me siento 20 minutos en silencio y quietud, poniendo atención a la respiración y tratando con muchas ganas de poner tranquila a esta mente loca por un rato.
Pablo d’Ors le llama las sentadas y me hizo mucha gracia; y es que se trata de estar sentada un rato, esto no se hace parada ni acostada, sino sentada, en un cojín especial (zafu), o en el piso, o en una silla, pero sentada.
“Cuando más se medita, mayor es la capacidad de percepción y más fina la sensibilidad. Se camina con más ligereza… se sonríe con mas frecuencia…suena bien, ¿verdad?” nos dice d’Ors, para luego reconocer que solo lo ha experimentado durante segundos y sólo en contadas ocasiones. ¡Qué alivio! No me siento tan mal de que me cueste tanto. Y eso es lo que me gusta de este hombre: reconoce con sencillez lo difícil de esta práctica, es ameno, humilde, y su experiencia me contagia.
Dice que la verdadera dicha es algo muy simple y que está al alcance de todos, sólo tenemos que parar, callar, escuchar y mirar. Y si no lo podíamos hacer antes, la vida nos lo puso en bandeja: el mundo paró, yo paré, ¡todos paramos! Más claro no podía ser. Ahora nos toca a nosotros continuar buscando momentos para parar, detener el movimiento, mis pensamientos, estar en silencio un rato, escuchar, escucharme, porque creo muy profundamente que ayuda a curar el alma.
Lo dicen varios de los terapeutas colaboradores de Claudio Naranjo en su camino de transformación: “La meditación permite la conexión íntima… facilita ir más lento y conectar con lo auténtico…”, “…mantener encendida la llama de la conciencia… han sido fundamentales algunas experiencias de meditación…”, “La meditación es otro espacio que me permite centrarme”, “…vivir la experiencia de un retiro de meditación…”, y otra dice “…la pequeña llama de la meditación…”.
Y como dice Yuval Harari, el escritor del magnífico libro Homo Sapiens, sobre la práctica que es parte de su vida:
“De repente tuve una herramienta científica para observarme… Y me di cuenta de que no tenía idea alguna de quién era”, “la práctica que me ha ayudado en la observación de la realidad tal como es y en una mejor comprensión de la mente y el mundo.”
Yuval Noah Harari
Después de leer todo lo anterior, los invito a empezar con una sentada.
Por: Pamela Walls