Los días se han hecho largos, las semanas se dilatan. No sé cómo pasó el mes anterior, ni el anterior. El tiempo se suspende, o sólo pasa. Ya no es tiempo, solo está para comer y dormir. Y así voy surcando los momentos, viviendo el presente, como mis nietos. Ellos me hacen ver y gozar lo que está pasando. Es ahorita lo que hay y lo que debe ser.
Acomodando mi estar, paseo por el jardín, sol, verde, brisa, bichos, pájaros y las perras. El ejercicio que da a mi cuerpo una sensación de bienestar, de salud, de gusto al poder lograr la disciplina (¡me cuesta!). A ratos la compu, el concierto, la ópera, películas, El País Semanal, y el desvío de la atención en el Face y los chats, perder el tiempo… ¿Cuál tiempo? Y por ahí aparece la noticia, un libro nuevo. No es cualquier libro, tengo varios en el buró: Una biografía María Montessori, The children of the Universe, Javier Marías… Los dejo todos… voy veloz a Puebla, (no había ido en 3 meses) a Profética a traer mi libro: Vida de Clown, La Tragicomedia del Ser de Alain Vigneau, mi gran maestro.
En otros artículos les he platicado de mi experiencia en la formación de Clown Esencial con Alain; todo lo que he vivido, aprendido, reflexionado, llorado, reído y ahora nos regala el testimonio de su vida, parte de su historia. Es
“un libro que se lee, se escucha y se ve”
(F. Elizalde)
Va desgranando su alma a través de las páginas, nos hace reír y nos acongoja, cada anécdota, cada etapa, los personajes de su vida, todo tiene un sentido, nos envuelve. Es entretenido, es divertido, es serio, es auténtico, y lo hace de una manera magistral con la lengua española (¡que no es su lengua madre!), una poesía hecha prosa.
Alain hace en el libro lo que nos dice qué hacer a nosotros en sus talleres: abrazar su historia, aceptar los acontecimientos, darles un lugar, todo salpicado de comedia y tragedia, es nuestro patrimonio.
“…perdonar a la vida sus agravios no es una derrota, sino la privilegiada expresión de quien sabe muy bien el precio a pagar por existir”.
Alain Vigneau
Y por si fuera poco (¡que es mucho!), otro regalo más nos comparte el director Frederico Custódio, un sensible y acertado cineasta: el documental Brin D’Amour, ¡la vida y el trabajo de Alain Vigneau! Los escenarios naturales donde vivió Alain, los testimonios de su papá, de amigos terapeutas, la voz misma de Alain… nos llevan por ese sendero que ya habíamos imaginado en el libro. Además del contenido del documental, tiene una hermosa fotografía, planos maravillosos y una música extraordinaria.
Nos dice Custódio:
“El documental, que hice con el doble propósito de reconocer el valor humano del trabajo de Alain, y de inspirar en nosotros la posibilidad de una vida más autentica y libre, puede, en este momento de recogimiento y reflexión en nuestras vidas, tener un valor añadido”.
F. Custódio
Es cierto, fue un regalo en este confinamiento, me conmovió el alma, estuve como espectadora, como protagonista, adentro del guión, caminando junto a Alain.
Los invito a leer el libro y a ver el documental, no tienen desperdicio, como dice mi amiga. Y, si por ahí llegan a un taller de Alain, el gozo va a ser inmenso, se van a congraciar con su historia.
Por: Pamela Walls del Pino
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Gracias. Me gustó mucho leerte.