Soy psicoterapeuta, y también cliente de psicoterapia, y durante todos los años que he sido acompañada por diferentes terapeutas, recuerdo los momentos a los que he llamado “mágicos”, en los que siento que algo dentro de mí se “rompe y se repara”. Momentos llenos de dolor, seguidos de una dulzura que cobija. Y otros momentos en los que simplemente brota de mí un mar de furia y fuego, que después de salir e impactarse en un cojín, o volatilizarse con un grito desde la más honda profundidad, se derrama en una cascada de llanto que descansa en la vulnerabilidad y la aceptación.
Claudio Naranjo no se cansó nunca de decir que lo que sana es la relación, ninguna técnica, método o teoría, sino la relación. El acompañamiento desde un trabajo más vivencial y de contacto, no centrado en la mera técnica, sino nacido de la calidez y la cercanía.
En la relación terapéutica se da un espacio de reencuadre, un vínculo positivo que da lugar a la reparación y sanación de los primeros vínculos con el terapeuta. La contención, el sentirse sostenido, acompañado, son experiencias que se sienten en el cuerpo, son una danza entre la atención, el reflejo empático, las percepciones, la intuición y, también la razón.
A través de la Arteterapia Gestalt, se da el campo fértil para cultivar aspectos esenciales para la construcción de la relación terapéutica: la empatía, la aceptación incondicional y el acompañamiento cálido. Estar inmerso en una sesión en la que conviven el aquí y ahora, el darse cuenta, la creatividad, la expresión simbólica a través del arte y la vivencia emocional, y sentir que realmente le importo a la otra persona, al terapeuta, crean una alquimia poderosa en la que abro mi disposición y bajo las resistencias. Se crea la alianza.
Y esa calidad de presencia, por simple que parezca, no es fácil de lograr, es la joya que se busca en una relación terapéutica, es lo que más ayuda al paciente, y del mismo modo, al terapeuta. Porque nada sucede en una sola vía. La relación terapéutica nutre en ambos sentidos. Es muy común escuchar a mis colegas decir que un paciente les está mostrando algo que “le mueve” aspectos personales y heridas inconscientes. Yo me doy cuenta de que los asuntos que mis pacientes traen a mi espacio terapéutico, son aspectos que me tocan y me reflejan como un espejo, temas que siguen dando vueltas en mi camino. El otro también me mira y puede hacer tambalear todo mi edificio de creencias, teorías y valores, para abrirme a mirar más allá de eso. No soy juez ni certifico salud o enfermedad.
Bowlby en su teoría del apego, habla de que “una relación cálida, íntima y continua con la madre desarrolla apegos seguros”. En el futuro, esas experiencias se trasladan a otras relaciones. La carencia de este vínculo o apego seguro se ve reflejada así, en nuestras relaciones. Para un bebé, la función biológica del apego es buscar protección y seguridad cuando se siente vulnerable o angustiado. Si nos sabemos respaldados, por personas que estarán ahí para nosotros, sentiremos mucho más bienestar en la vida, para enfrentar el sufrimiento o malestar propios de la vida humana. La psicoterapia aporta ese vínculo curativo y aunque sea una relación temporal, el vínculo sí es permanente, la experiencia de contacto íntimo se sella en la vivencia.
¿Qué buscamos todos los seres, sino aceptación, comprensión, reconocimiento, validación y cariño?
En un proceso de Arteterapia, el arte entonces es el vehículo de la relación terapéutica. Abre espacio a la creatividad, la expresión simbólica y libre, juego, humor, espontaneidad y, por supuesto, autorrealización, responsabilidad, consciencia y, el elemento clave de la Arteterapia: transformación. Esta última, proviene de la experiencia y los recursos de la persona, no de alguien más, ni de ninguna interpretación o receta.
El objetivo del vínculo terapéutico no es resolver un problema, sino sostener el espacio, nutrir el campo y ser testigo y acompañante del proceso de crecimiento de la persona, a partir de sus propios recursos, de su darse cuenta; de manera que pueda retomar elementos personales y hacer frente a su situación actual y futura de una manera más integrada.
“Sin arte, la vida sería un error”.
Nietze
La presencia es el auténtico terapeuta, y el arte es la puerta.
Por Adriana Romero – De Lille.