El módulo de escritura creativa es multi-dimensional. En el taller se refleja el gran conocimiento de literatura de la profesora Zulema Moret, su gran amor por la misma, así como su gran experiencia de terapeuta. Y no sólo eso, es una mujer que tiene conciencia política y social. Me motivó de ser crítica y despierta, cosa que muchas veces echo de menos en el ámbito del desarrollo personal.
Considero este módulo de gran importancia, porque si trabajo en mí, si me quiero acercar a la verdad, ¿por qué no hacerlo también para desear un mundo más justo? Zulema Moret en su trabajo combina el cuerpo con la escritura, y lo académico con lo espiritual. Es una combinación muy completa que encuentro tremendamente excitante.
Aquí quiero compartir algunas vivencias que tuve durante los módulos de la escritura creativa y algunas reflexiones sobre el poder de la escritura:
Hemos creado un cuento a partir de tarjetas con imágenes. También usamos trozos de poemas, de diálogos y hasta una receta de cocina como punto de partida. Eso nos muestra claramente que no se necesita nada más que una pequeña chispa de inspiración para encender los fuegos de nuestra creatividad. Este proceso fue como completar un mosaico, con nuestras propias piezas, a las cuales hemos dado el color y la forma.
El cuento es perfecto para interpretar nuestra historia y convertirla en un tipo de mito. Es un hecho que toda ficción que uno escribe tiene en su núcleo o esencia una verdad nuestra. Con la ficción, porque es mentira, tenemos toda la libertad de expresar verdades. El cuento tiene mucho que ver con la realidad del niño, y muchas de nuestras creencias las hemos creado durante la niñez. Es por eso por lo que, para entrar al mundo mágico del niño, el cuento es perfecto. El subconsciente habla en un lenguaje de símbolos y el cuento se puede convertir en un espejo de nuestra mitología interna que, en gran parte, nació durante nuestra niñez.
En el poema, la palabra supera los límites de ser una representación de la mente racional, con un significado estrictamente definido de lógica y razón. Para mí, la poesía es la parte musical de la escritura. La palabra se convierte en una puerta a otros mundos.
Me acuerdo muy bien de un poema que escribí en un módulo. Se trató de una mujer que andaba cargando piedras pesadas. Se iba a un río, ahí se deshacía y se unía con el agua, para después renacer en la otra orilla. Cuando lo escribí, una intensa tristeza, que me pareció viaja, casi ancestral, llegó a la superficie de mi mente. Fue a través de estas palabras que llegó a mi ser. No tuve una explicación lógica y racional de dónde y por qué nació este poema; sólo sabía que era significativo para mí escribirlo y que en él expresé una profunda verdad mía.
La palabra poética es un vehículo para lo que está escondido en el subconsciente, da alas a lo perdido en la profundidad para que se pueda encontrar la luz.
Así como la escritura puede dar voz a las comunidades y personas para compartir sus historias y vivencias, también puede dar voz a cualquier parte de mí. A todos los lugares dentro de mí. Puede dar voz a los secretos familiares y otros que he guardado dentro de mí, por demasiado tiempo.
deja que hable la noche de luna nueva,
con su oscuridad tan completa,
no quiere que la luz la rompa,
quiere consumirme
unirme con ella.
Le doy la palabra a la noche
para dar a luz a un poema.
Cuando escribimos, se despiertan mundos infinitos. Escribiendo nos podemos emborrachar con ligeras locuras juguetonas. En la escritura acaba todo. Hay un lugar para la risa, la profunda reflexión y emociones de todos tipos. Escribir es libertad. En ella podemos jugar a ser dios y crear mundos a nuestro gusto. Convertir nuestra propia historia en un cuento o en un poema; nos da la libertad de reescribirla. Nuestra historia, o mejor dicho una interpretación de nuestra historia, la llevamos adentro, y si cambia nosotros cambiamos.
Dejar a nuestra imaginación volar libremente, tiene un poder curativo. Se nos abren nuevas posibilidades. Es la mejor manera de encontrar una salida de los límites autoimpuestos. Y, por supuesto, un taller de escritura y la palabra compartida es un lugar de encuentro. Es por eso que quiero cerrar este escrito con una invitación:
Regálame tu río de palabras para que me encuentre en ti.
Da alas a tus secretos para que se convierten en mis tesoros.
Escribe, escribe en la noche más profunda, para que el hechizo de tu luna pueda llegar a otro ser.
Por: Julia Erle