Una recopilación de vivencias de docentes trabajando sobre sí mismos, es el cuerpo central del libro “Ser docente, ser persona” escrito por Charles Keck. En él, cuenta cómo maestros y maestras en Chiapas, en su mayoría de origen indígena, son transformados por la experiencia de los talleres basados en arteterapia “Ser docente, ser persona: Hacia una ética del cuidado de Sí”, impartidos por un equipo de trabajo con el mismo Charly.
El libro invita a una reflexión sobre la actualización del docente, sin embargo, es innovador, porque esta reflexión no va en función de aspectos técnicos o pedagógicos, o a elementos que se relacionen con el cumplimiento o mejoramiento de los contenidos académicos o la manera en que deban ser impartidos; mucho menos con elementos administrativos y requerimientos institucionales. La propuesta se centra en la preparación del docente desde su posición ética socioemocional.
A partir de 201 docentes, son 11 testimonios los que se presentan: Consuelo, Miguel Ángel, María Alberta, Quirino, Alicia, Alonso, María, Pedro, Heriberto, Cecilia y Lupita, quienes se vuelven escritores cuya tinta proviene desde el corazón, y el color es tan personal que cada una de sus narrativas deja un sabor distinto.
Este grupo de educadores revelan el enfrentamiento consigo mismos, y ante la mirada de otros que están en el mismo barco, en la práctica docente. Surgen temas tan comunes como individuales; el miedo, el enojo, la autoestima, la confianza, las motivaciones y más. Y otros que refieren a la sociedad y la cultura, como lo son la vocación, las relaciones interpersonales, la profesión, el género, la injusticia social, entre otros.
Cada uno de los relatos, seguro que tiene, al menos un punto en el que contacta con el lector y que abre la posibilidad de la propia reflexión. Con los relatos de ellos y ellas, se facilita también el propio relato. A lo largo de 106 páginas se lee tanta profundidad como ligereza y se logra decir tanto con pocas palabras, pues estas llevan a los cuestionamientos más hondos de todo ser humano, a preguntas sobre las interacciones de unos con otros, las emociones, la historia personal, la cultura y más.
Del mismo modo es importante hacer énfasis en el uso de otro lenguaje (lo que también señala el autor) y que particularmente invita a atenderlo: la fotografía, pues la integración de estas encaja dentro del dicho popular “una imagen vale más que mil palabras”. La imagen le añade contenidos que dan acceso a una percepción que se entreteje con las palabras, resultando en una percepción más profunda. Y ya entrados en el tema sobre lo estético, y solo por obviarlo más, el aspecto de la narrativa es también una aproximación artística, pues muchas veces se envuelve de un estilo casi poético. Y que, además, es congruente con la misma dinámica de los talleres, que es el diálogo a partir de diferentes lenguajes y en especial los lenguajes del arte.
Ojalá que este libro llegue a muchas manos, sobre todo a mentes y corazones, pues exhorta a una mirada más humana de la educación y del docente. La llegada de este libro en manos de quienes hoy pueden replantear la estructura de la capacitación docente en nuestro país, puede sensibilizar en este sentido, lo que permite encaminar con mayor congruencia lo que se pretende hoy en las aulas, que es una formación más allá de los conocimientos teóricos, que integre los elementos emocionales y sociales. Este proyecto, con toda la base que lo sostiene, suma a los muchos intentos por mejorar la situación educativa en México, con su gran complejidad y múltiples conflictos, que, por supuesto se refleja a nivel social, apostándole al trabajo personal de quienes su tarea fundamental es la educación de los demás.
*Keck, C. (2018). Ser docente, ser persona: once relatos de aprendizaje y transformación socioemocional. ECOSUR, INED.
Por: Montserrat Macari