El invierno se acerca y yo, sin ti, el ambiente frío parece desde aquí. Enciendo la chimenea y tomo la frazada roja para cubrir mis helados pies. Tu ausencia y mi ausencia dejaron rastros en la nieve, en la tina del baño, en la mesa de madera del comedor, en la cafetera. Rostros pintados por toda la casa, escaleras de madera, y una cortina gigante y negra me recuerdan nuestro primer baile.
Miradas, sonrisas, complicidad y los brazos extendidos ondulando con cada nota musical que aparece. Parece no importar el cambio de ritmo, ni el cambio de región, nuestra kinesfera es suficiente. Tal vez no debería hablar del movimiento porque esto se trata de música y amor, sin embargo, el movimiento es la continuidad de las notas, su extensión y su representación simbólica.
Sutil se mezcla en el espacio, en el tiempo. Permea toda capa de piel y hueso, llega al tuétano y rebota generando impulsos eléctricos hacia las extremidades. Todo tipo de emoción, todo tipo de pasión desencadenada. Un compás se escucha, se siente, se vibra. El cuerpo ecualiza la melodía, se enciende, se apaga, se extiende y atiende a cada nota.
Camino hacia el ventanal y tomo el tambor extraño, ese que no tiene baquetas. Comienzo a explorarlo mientras tú, vibrando andas. Sonríes cual niña traviesa y el sonido te atraviesa. No hay tiempo para equivocarse, no es momento de aguantarse. Lo agito con fuerza de un lado a otro, golpeo su centro y mi centro estalla. La música de mi cuerpo busca salida y encuentra tus ojos, tus dedos, tu cabello.
Flotando estamos, bailando vamos de un lado a otro y es que no hay lugar que nos vaste en amplitud, y es que no hay melodía que nos deje en la quietud. No hay barreras para el sonido, llega y no se instala, llega moviliza y avanza.
Casi olvido el amor en este escrito, y es que se parecen; el amor también moviliza, también avanza, también transforma. Cuando llega notas cambios y cuando se va, las notas cambian. Tiempo, compás, partituras, clave, pentagrama, momentos simples, momentos sostenidos.
“Lungomare” se llama nuestra canción, esa donde nos vaciamos la una a la otra para convertirnos, para disolvernos en simples y llanas, notas de amor…
Por Isis Martz. Guadarrama