“Cine como sueño, cine como música. Ninguna forma de arte va más allá de la consciencia ordinaria como el cine, directo a nuestras emociones,profundo en el cuarto crepuscular del alma.”
Ingmar Bergman
El cine tiene la magia de transportarnos a mundos imaginarios, algunos conocidos, otros muy distantes, reales, fantasiosos, deseados, temidos y, paradójicamente, el cine tiene el poder de acercar nuestra mirada a los rincones más recónditos de nuestro Ser.
Se trata de apenas un momento que se desvanece rápidamente, pero en el que sentimos nuestro cuerpo sincronizado con el mundo de tal forma que por un momento pensamos que nos hemos convertido en máquinas de sentir, con la piel expuesta y el corazón abierto.
El cine está lleno de elementos que benefician psicológicamente al espectador, quien, sin saberlo, asiste a una terapia mientras se entretiene. Esto demuestra que el cine no es sólo un pasatiempo y ya hay terapeutas interesados en el tema que emplean el cine como mediador para ayudar a sus pacientes a sanar.
La finalidad del cineterapia no es tanto catalogar y analizar temas relacionados en las películas sino aprovechar las historias narradas para ayudarnos a cambiar, mejorar o reforzarnos como personas. ¿Quién no ha quedado marcado por una película que le ayudó a cambiar su perspectiva frente a la vida? ¿O tiene siempre presente una escena que le ayudó a comprender qué le pasó en determinado momento de su vida? ¿O recuerda esa comedia que tanto le alivió en una época de crisis?
Desde el punto de vista psicológico, vernos reflejados en un personaje o en una escena determinada es increíblemente útil para reflexionar, sentir intensas emociones, ser más conscientes de nuestras vidas o analizar nuestros mayores temores.
El psicólogo Jaime Burque, autor del libro “Filmoterapia. 100 películas inspiradoras”, dice que
viendo una película podremos superar desde actitudes negativas como la ansiedad, la depresión o la baja autoestima, hasta procesos de duelo, trastornos sexuales o graves problemas de identidad que, a menudo, resultan difíciles de tratar.
Jaime Burque
A todo esto, podemos agregar que, además de los beneficios psicológicos que nos aportan las películas de por sí, si le sumamos el hecho de verlas en grupo, con una actividad grupal guiada, de reflexión y análisis sobre el film, donde podamos cuestionarnos y hacernos preguntas sobre lo visto, en un contexto terapéutico, resulta en una excelente forma de Arteterapia, que nos puede permitir desarrollar la intuición, la inspiración, la liberación emocional y el alivio.
Por Karina Donantueno